»LIMONOW«


von
Emmanuel Carrère



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La gran paradoja del escritor pardo-rojo

Miguel Castro

Quien pensara que con la caída del bloque comunista había llegado el «fin de la historia» estaba equivocado. Emmanuel Carrere refleja en Limónov la evolución de la Rusia post-soviética desde la mirada de su antihéroe.
Limónov, de origen Savienko. Hijo de un oficial de quinta fila del KGB, delincuente en su natal Jarkov, comenzó su aventura como poeta en el Moscú decadente de la era Brézhnev. Formaba parte del semi-disidente movimiento under, que englobaba a artistas de diversa índole, a la mayoría de los cuales envidiaba y despreciaba a partes iguales. Como siempre tuvo claro que el sería alguien reconocido mundialmente y que no iba a conseguir dicho reconocimiento en la tétrica Unión Soviética, decide emigrar junto a su mujer a la tierra de las oportunidades, Estados Unidos, atraído por falsas ideas y palabras. No tarda mucho en desengañarse. Su mujer le abandona en su búsqueda de ofertas mejores y el cae en una vorágine de sexo y alcohol que le deja deshecho. Pudo salir de esta miseria gracias al romance que mantuvo con el ama de llaves de un multimillonario de Manhattan. Cuando esta le abandona, Limónov pasa a ocupar su puesto, trabajando de mayordomo para este rico de ricos. Hoy en día, es una figura política de corte neonazi de gran importancia en Rusia. El escritor francés Emmanuel Carrere nos descubre en su titánica obra Limónov a este pintoresco personaje. Para un occidental desconocedor de las intrigas y los intereses de la política rusa, tras leer el libro de Carrere una cosa queda clara. Desde la Rusia de los zares, pasando por la Unión Soviética y hasta el día de hoy, un valor subyace a todos. El ruso medio tiene una concepción nacionalista muy fuerte, y por encima de ideologías lo que prima es el valor imperialista. Imperio zarista, imperio comunista e imperio energético. ¿En qué se diferencian? No es de extrañar, entonces, que para Vladimir Putin la principal tragedia geopolítica del siglo pasado fuera la caída de la Unión Soviética, y cualquiera tildaría de comunista al actual zar ruso. Al igual que él, para Limónov resultó indignante la caída en desgracia de su antigua patria, detesta la figura de Mijail Gorbachov y reniega (aunque hoy en día diga lo contrario) de los valores democráticos y los derechos humanos del mundo occidental, que para este no son más que estrategias colonizadoras llevadas a cabo por Estados Unidos y sus aliados para doblegar a «la buena gente rusa». Demasiadas similitudes entre Putin y Limónov, a priori dos oponentes políticos. No en vano, el primero tuvo encerrado varios años al segundo en un actualizado gulag por su actual actividad política. El libro de Carrere termina situando al ya anciano Limónov en un edificio casi abandonado, rodeado de nazbols (sus guardaespaldas, sin los cuales no se mueve en público) y viviendo casi en la miseria. Su fuente de ingresos principal proviene de las colaboraciones que realiza para las ediciones rusas de las revistas Playboy y GQ, en las que trabaja a destajo. Continúa participando con regularidad en diversas manifestaciones con sus simpatizantes, actos que le llevan a pisar la cárcel prácticamente cada mes, pero parece que ya no es considerado como una clara amenaza para el sistema ruso. Le ven como a un simple moscardón que no merece siquiera que le den el manotazo definitivo.

«El Archivo», 7 diciembre 2015

Eduard Limonow

Original:

Miguel Castro

La gran paradoja del escritor pardo-rojo

// «El Archivo» (es),
7 diciembre 2015