»LIMONOW«


von
Emmanuel Carrère



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Reseña: «Limónov» de Emmanuel Carrère

Juan Diego Ponce de Leon

A Emmanuel Carrère (París, 1957), célebre escritor francés, el mundo soviético —y ahora ruso— no es ajeno en lo absoluto. Hijo de la sovietóloga y Secretaria General de la Academia francesa, Hélène Carrère d’Encausse, su aproximación al mundo eslavo es un hecho irrefutable. Sin embargo, estos datos quedarían como mera acotación entre las curiosidades literarias si no fuera por la existencia de un personaje enigmático y, si la trasgresión lo permite, el redescubrimiento —y exposición en Occidente—, para las nuevas generaciones, por parte del autor galo.

Novelista, poeta, disidente, expatriado, político, cosmopolita, vagabundo, sinvergüenza (por la carencia de esta), Eduard Limónov (Dzerzhinsk, 1943) parece un personaje complejo e inverosímil extraído de la más rocambolesca novela de aventuras contemporánea. Con la única excepción de que es real y Carrère «lo conoce». Ello le vale, y no porque lo desmerezca, para que se geste una biografía cuyo contenido inaudito, increíble y apasionante deslumbre al lector. Evidentemente, hay mucho mérito en la prosa.

Limónov (2012) narra las pericias de un ambicioso joven de quien se espera una carrera dentro del aparato estatal —como único medio para superarse personalmente en la Federación—. No obstante, su acercamiento a la literatura (de vanguardia, intransigente; vedada) le ocasionó los suficientes problemas como para tener que migrar forzosamente a los Estados Unidos. Ahí, la necesidad y la curiosidad fueron sus principales motores para sobrevivir en una ciudad tan caótica como Nueva York. De esta manera, no tuvo reparo en ser mayordomo para un millonario ni en experimentar por primera vez una relación homosexual con un completo desconocido en un parque para niños, de noche, claro.

Se podrían enumerar todos los acontecimientos que vivió entonces el joven Eduard —a quien el lector acompaña a lo largo de su madurez, hasta su encarcelamiento por sostener ideas contrarias al gobierno de Putin—; sin embargo, sería sumamente injusto anticipar siquiera un detalle de su estrafalaria vida. Son credenciales suficientes los premios recibidos (el Renaudot y el Prix des Prix, entregado al mejor libro francés que, durante ese año, haya sido previamente galardonado) para asegurar que Limónov es más que una biografía, es la muestra fehaciente de que la vida puede alcanzar cumbres estrambóticas; depende de cada personaje real ser el protagonista de su propia historia y darle matices y giros que ni a los mejores novelistas podría ocurrírseles.

La lectura de Limónov discurre con facilidad; la trama se ve potenciada por el factor «real»; el protagonista, pese a su capacidad de factótum, muchas veces sufre, evidenciando su faceta más humana, más vulnerable, convirtiéndolo en el antihéroe ideal. Tal es el punto que es posible olvidarse del autor, quien se ha limitado con modestia y precisión a ser un efectivo portavoz de las proezas del ruso. Incluso, es lo suficientemente cauto como para advertir ante las inverosimilitudes y suspicacias que no se trata de una invención: «Limónov no es un personaje de ficción».

«Punto y coma», 26.08.2016

Eduard Limonow

Original:

Juan Diego Ponce de Leon

Reseña: «Limónov» de Emmanuel Carrère

// «Punto y coma» (pe),
26 agosto 2016